La Cuba de mis abuelos, la de mis padres y la mía

Los jóvenes cubanos aman su país por sobre todas las cosas

Alberto Manuel León Pacheco

En la Cuba post 1959 tenemos varias generaciones de cubanos. Tal vez se me quede alguna según otros criterios, pero bueno para eso este blog, para expresar mi opinión: Los que llegaron al triunfo, tanto a favor o en contra de los revolucionarios. La de las vacas gordas cuando la carne rusa y los buenos tiempos donde mamábamos de la “teta” soviética y a cambio el ruso se daba en las escuelas y nuestra sociedad copió muchas cosas del modelo amigo.

Después vinieron los años duros del 90´ en los que ya los jóvenes no conocieron lo bueno sino los apagones, la falta de comida y ropa y las escaseces en general. Ahora en el nuevo siglo con estos cambios tenemos una generación que yo llamaría pragmática, pues solo le interesa salir adelante y tener un futuro mejor que el que conoce por los cuentos de sus padres.

Los años heroicos

Cuando Fidel Castro ganó la guerra en las montañas de Oriente y llegó el primero de enero, Cuba se dividió: unos se quedaron a construir el nuevo proyecto social y los otros se fueron del país al ver su modo de vida destruido. Entiendo la rabia y la frustración que sintieron los propietarios que existían en la Isla y a los que la Revolución les expropió sus negocios. Tanto los grandes como los medianos y pequeños.

Es duro perder las propiedades que disfrutaron en sus vidas. Pero más entiendo a los medianos y pequeños empresarios, esos dueños de zapaterías, pequeñas tiendas y otros empresas familiares. Muchos de ellos daban trabajo a otros cubanos y en sus manos descansaba una buena parte de la economía de las ciudades.

En mi opinión la solución no era la nacionalización tan radical sino solo de aquellos que explotaron a los cubanos durante varios años y no contribuyeron al desarrollo del país. Si se hubiera dejado esos pequeños negocios, esto hubiera beneficiado nuestra economía desde el principio y no hubiera tenido que esperar al siglo XXI para darse cuenta el gobierno que no podía con semejante carga, y dar marcha atrás. Incluso eso hubiera sumado a los pequeños comerciantes al proceso revolucionario o evitado que se convirtieran en furibundos anticomunistas.

Esta primera generación que nació con la Revolución fue la de los sueños por venir. Como muchos de sus protagonistas han dicho, fueron años de soñar con un mundo justo donde los pobres tenían sus derechos y enfrentábamos al poderoso vecino del norte, que no se resignaba a perder sus posesiones en la isla que dominaron por seis décadas.

La ingenuidad fue un factor que marcó estos primeros años: la zafra de los 10 millones, la industrialización acelerada,  la creencia ciega en la Revolución y sus líderes fueron ejemplos de como el pensamiento de “Sí se puede” era un dogma en las mentes de muchos.

Estos primeros hombres nuevos criaron a sus hijos en el amor al socialismo. Estos hijos fueron los que gozaron de los buenos tiempos y al menos tienen un motivo palpable para mostrar su apoyo al gobierno.

Carne rusa y viajes al campo socialista

Me cuenta mi madre que los años 80´ las cosas eran baratas, el salario daba para comer bien, comprarse ropa y hasta para vacaciones en el Habana Libre.

Por eso entiendo su esperanza en que las cosas en Cuba mejoren y su participación desinteresada en sus tareas. Fueron los años donde el deporte y  la cultura florecieron. Se contaba con las condiciones materiales para su desarrollo.

En estos años nació la llamada generación Y, esa que llegó con los años del triunfo ya un poco distantes y que vivió y conoció de primera mano o por amigos la discriminación por las preferencias sexuales, por escuchar la música de los Beatles o por pensar diferente en un país donde el consenso es casi una ley.

Ya aquí se vio una juventud inteligente, la cual percibía las cosas de forma diferente a sus padres y se cuestionó el porque de esos errores mencionados, en el país que luchaba por el comunismo que se presupone la sociedad más justa de las conocidas.

Sueños rotos y esperanzas distantes

La conocida "Carne rusa" es uno de los recuerdos que quedan entre los cubanos de los amigos soviéticos

Cuando los soviéticos se disolvieron y el campo socialista se derrumbó como un castillo de naipes los cubanos literalmente nos quedamos “agarrados de la brocha y sin escaleras”. La cosa se puso fea: el hambre se sintió en la mayoría de los hogares, la ropa casi era uniforme por la poca variedad, aumentó considerablemente la prostitución con la apertura del turismo, muchos no lo pensaron dos veces y se fueron en balsas, tablas y en lo que pudieron.

Los que vivimos y solo conocemos los tiempos duros de la crisis post rusa también llamado “período especial”  hemos creado un pensamiento bastante diferente al de nuestro padres y abuelos. Tanto tiempo de pasar trabajo y tener poco, melló el espíritu de muchos y los valores comenzaron a cambiar.

Ahora importa más comer y vestir bien que las cuestiones ideológicas o políticas. Para muchos jóvenes, entre los que me incluyo, Cuba es el lugar que amamos y queremos para residir pero también muchos piensan que lo primero es subsistir y por eso la emigración es ya normal entre los cubanos. Los tiempos de llamar gusanos, traidores y escoria a los que se marchaban del país ya pasaron, por suerte. Me molesta oír a un cubano decirle traidor o desertor a otro por haber elegido buscar otras tierras.

Ya no se van solo los que están contra el gobierno o por problemas con el sistema, ahora se van profesionales muy competentes, artistas, deportistas  y muchas personas inteligentes que quieren lo mejor para sí mismos y para sus familias.

Nunca se podrá cuestionar que una persona quiera vivir en otro país y luchar una vida mejor para los suyos. La familia es lo más importante para cualquier ser humano.

Una cuestión bien importante es que está generación, de la cual formo parte, es la que va tener el país en sus manos dentro de pocos años. No digo que necesariamente seamos los presidentes y ministros del mañana, todos sabemos que la edad de nuestros dirigentes no es de 30 años, sino que estaremos en fábricas, centros de trabajo, con negocios particulares y llevando la economía en nuestras manos.

Dentro de unos años, los líderes históricos o los que luego construyeron la Revolución ya no estarán dirigiendo el país; será el turno de la Generación Y, de la mía y de los que están conformando la suya ahora mismo. Necesariamente habrá cambios y estoy seguro que serán para bien de Cuba y su gente.